Nuestra condición humana nos diferencia del resto de seres vivos por tener ambición y en esa misma línea ideamos, creamos, emprendemos proyectos de una forma ilimitada. Después de asumir casi que mundialmente el sistema capitalista como modelo económico y comenzar una carrera nunca antes vista de crecimiento y lo que en ocasiones consideramos progreso, comenzó en el mundo empresarial a esparcirse un virus que luego se volvió pandemia. Daba inicialmente unos síntomas positivos que hacía sentir saludable y fuerte a las empresas que lo contrajeron, tenían quizás ingresos y rentabilidad momentáneos, pero por dentro iba carcomiendo poco a poco sus cimientos, debilitaba su sostenibilidad en el tiempo y lo peor: afectaba a la sociedad. Como en toda enfermedad, los malos hábitos fueron los encargados de alimentar la pandemia.
Hábito enfermizo 1: Individualismo.
El virus fue encegueciendo poco a poco a las empresas, pareciera que sólo las dejaba ver y pensar en sí mismas, en sus propietarios y en su búsqueda propia de crecimiento. Veían a sus empleados como un simple medio para llegar a su fin individual, observaban las personas como entes que iban por las calles y que eran objetivos militares para atacarlos y ganarse su dinero. Algunos visionarios comenzaron a ver remedios y comenzaron a hablar de economía colaborativa, Hablaron del empleado como cliente interno, colaborador y algunos incluso los hicieron socios. Hacían notar que el consumo consciente era más sostenible y que el consumismo era sólo placebo inmediato. Comenzaron a hablar de responsabilidad social empresarial e incluían al medio ambiente y a las comunidades como parte fundamental de su trabajo. Pero para la gran mayoría de empresas eso no era válido, esas posiciones las veían idealistas y equivocadas, innecesarias si las cosas iban bien.
Hábito enfermizo 2:Paquidermia
El virus parecía tener un componente muy fuerte que hacía que las empresas se volvieran estáticas, paquidérmicas. Sólo concebían su trabajo atornillados a un escritorio y se les volvía impensable que sus empleados pudieran trabajar desde casa, en horarios diversos o en espacios diferentes. Así mismo a muchas les afectó su movilidad: Se conformaron con los clientes que les llegaban a sus puntos de venta o a la atención telefónica sin ellos moverse, además veían aún lejos eso de usar medios virtuales. Algunas empresas aventajadas ya comenzaban a buscar tratamientos y hablaban de la omnicanalidad, empezaron a llegar a sus clientes a través de sus celulares, le facilitaban la vida a través de tiendas virtuales. Pero en Colombian no alcanzaban el 30%, lo que la hacía un país muy vulnerable al ataque de ese temido virus.
Hábito enfermizo 3: Falta de imaginación
Tan temida enfermedad parecía no tener límites y atacaba también los cerebros. Parecía limitar todas las ideas y les llenaba de miedo que impedía iniciar procesos de innovación. Repletas de inercia, pensaban que era más fácil continuar como iba la empresa: caminando sobre seguro. La costumbre se volvió norma y pocos exploraban eso de sorprender al cliente con nuevos servicios, sus portafolios permanecieron inmóviles. Pero los valientes continuaban esforzándose, abanderaban tendencias, pretendían romper paradigmas para encontrar un nuevo camino, esas fueron bien vistas pero el costo de pensar diferente siempre ha sido muy alto y no siempre las ideas funcionaban.
Llegó el alivio:
De forma impensada y de manera muy dolorosa llegó el Covid-19. Como una real terapia de electroshock desnudó las falencias de todos y las obligó a ver la realidad y demuestra como irrefutable la enseñanza del pasado: se necesitan grandes choques históricos para generar transformaciones sociales. A las empresas obesas y con preexistencias les asestó un golpe fulminante, sin embargo a aquellas mejor preparadas que tanto insistieron en el cambio, en un principio las mandó a cuarentena pero su agilidad y fortaleza las llevó a levantarse rápido, las llenó de fortaleza y de convicciones aún más claras de haber encontrado el camino, la fórmula para una empresa saludable resumida en algunos puntos:
- Ser socialmente responsables es el camino del capitalismo contemporáneo.
- La unidad, el trabajo colaborativo, pensar que todos salimos adelante beneficiándonos conjuntamente nos puede hacer más fuertes.
- El corto plazo es el primer paso, la sostenibilidad en el tiempo es la meta.
- Enfocar la empresa a cumplir un propósito humano, a dar un beneficio a la sociedad es un fin noble pero también puede ser un fin empresarialmente atractivo.
- En tiempos de dificultades en movilidad, de generaciones exploradoras y más dinámicas la flexibilidad laboral es imperiosa e incluso más productiva.
- En la época contemporánea la digitalización es la columna vertebral del funcionamiento organizacional, ningún otro medio permitirá la cobertura, eficiencia y cercanía que exigen los tiempos de hoy.
- La innovación es la vacuna para cualquier virus empresarial. Son las ideas, el coraje y la persistencia para llevarlas a cabo la defensa ante toda contingencia.
Quizás para muchos una, dos o más cuarentenas con la economía frenada y empresas a puerta cerrada sea poco tiempo para que el tratamiento funcione y volverán a sus prácticas rutinarias. Para otros bastaron los primeros síntomas que el siglo XXI comenzaba a mostrar. Cada cual elegirá la enfermedad o el alivio, y entenderá la contingencia como la uno o como la otro.